El error en que caemos muchos chilangos es no disfrutar lo que tenemos.
El ir y venir del trabajo, la pareja, familiares, amigos, más las tareas domésticas, se comen nuestro tiempo y a veces, nos perdemos de gratas experiencias.
Justo, eso fue lo que me pasó con la remodelación del centro histórico de Coyoacán.
Resulta que después de una tortuosa remodelación quedó listo y caminable desde septiembre del año pasado y fue apenas hace una semana que pude ir y llevarme la grata sorpresa de que quedó muy bien.
Es una doble plaza que lucía pintoresca durante los fines de semana con los puestos de artesanos, mimos y demás vendimia que se organizaba.
Sin embargo, el crecimiento de esta Ciudad, hizo que lo pintoresco se tornara desagradable al combinar un gran número de visitantes y vendedores.
Había sábados o domingos que de plano era imposible caminar tranquilamente.
Es por ello que mi sensación de cómo quedó fue realmente grata, porque es posible caminar y ver la catedral, la delegación, los restaurantes y a la misma gente.
Los artesanos fueron ubicados en un solo lugar, los mimos ofrecen su espectáculo en el interior de la explanada de la Delegación y hasta los vendedores en general tuvieron su lugar dentro de la reubicación.
Quienes permanecieron con el privilegio de vender en cualquiera de las dos plazas fueron los globeros, cilindreros, los pajaritos de la suerte y los vendedores de dulces tradicionales.
En mi caminata descubrí que hay nuevos restaurantes sobre la plaza de la fuente de los coyotes y confirmé que Coyoacán se ha vuelto un lugar para comer y beber.
Su parte histórica puede acompañarse de un tradicional elote, una nieve, café, cervezas, vino, cenas completas, pozole, churros, quesadillas, en fin.... hay un sin número de lugares por visitar; es un lugar tan turístico que venden de todo.
Mi recorrido hizo que inevitablemente recordara algunas vivencias en la cantina La Guadalupana, en El Hijo del Cuervo, La Esquina de los Milagros, Los Danzantes, El entre Vero, El Jarocho, La Michoacana, El mesón del buen tunar,
las bancas de la plaza y por su puesto mi paso laboral por el área de comunicación social en la Delegación.
Coyoacán es un lugar que me gusta, me gusta mucho, tengo historias en esa plaza; creo que por eso me sentí como mis padres cuando se reencuentran con un lugar que dejaron de ver: se ponen a ver las diferencias, lo nuevo, lo viejo, es como un juego de memoria y me resultó divertido.
Una de las cosas que me encanta es sentarme en una banca y ver pasar a las personas, inventar historias y soñar mi vida propia.
El ir y venir del trabajo, la pareja, familiares, amigos, más las tareas domésticas, se comen nuestro tiempo y a veces, nos perdemos de gratas experiencias.
Justo, eso fue lo que me pasó con la remodelación del centro histórico de Coyoacán.
Resulta que después de una tortuosa remodelación quedó listo y caminable desde septiembre del año pasado y fue apenas hace una semana que pude ir y llevarme la grata sorpresa de que quedó muy bien.
Es una doble plaza que lucía pintoresca durante los fines de semana con los puestos de artesanos, mimos y demás vendimia que se organizaba.
Sin embargo, el crecimiento de esta Ciudad, hizo que lo pintoresco se tornara desagradable al combinar un gran número de visitantes y vendedores.
Había sábados o domingos que de plano era imposible caminar tranquilamente.
Es por ello que mi sensación de cómo quedó fue realmente grata, porque es posible caminar y ver la catedral, la delegación, los restaurantes y a la misma gente.
Los artesanos fueron ubicados en un solo lugar, los mimos ofrecen su espectáculo en el interior de la explanada de la Delegación y hasta los vendedores en general tuvieron su lugar dentro de la reubicación.
Quienes permanecieron con el privilegio de vender en cualquiera de las dos plazas fueron los globeros, cilindreros, los pajaritos de la suerte y los vendedores de dulces tradicionales.
En mi caminata descubrí que hay nuevos restaurantes sobre la plaza de la fuente de los coyotes y confirmé que Coyoacán se ha vuelto un lugar para comer y beber.
Su parte histórica puede acompañarse de un tradicional elote, una nieve, café, cervezas, vino, cenas completas, pozole, churros, quesadillas, en fin.... hay un sin número de lugares por visitar; es un lugar tan turístico que venden de todo.
Mi recorrido hizo que inevitablemente recordara algunas vivencias en la cantina La Guadalupana, en El Hijo del Cuervo, La Esquina de los Milagros, Los Danzantes, El entre Vero, El Jarocho, La Michoacana, El mesón del buen tunar,
las bancas de la plaza y por su puesto mi paso laboral por el área de comunicación social en la Delegación.
Coyoacán es un lugar que me gusta, me gusta mucho, tengo historias en esa plaza; creo que por eso me sentí como mis padres cuando se reencuentran con un lugar que dejaron de ver: se ponen a ver las diferencias, lo nuevo, lo viejo, es como un juego de memoria y me resultó divertido.
Una de las cosas que me encanta es sentarme en una banca y ver pasar a las personas, inventar historias y soñar mi vida propia.
Es por eso que estoy feliz con la remodelación.